Guernica, de Picasso, 1937.
Esta obra alude al bombardeo de Guernica el 26 de abril del '37. Situado en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, en Madrid, siento una gran conexión con esta obra debido a que parte de mi familia se vio obligada a escapar y esconderse del franquismo. Como refleja el sufrimiento de vidas inocentes, de cierta manera lo asocio con todos aquellos que tuvieron que huir a causa de sus ideologías.
Returning home, de Giovanni Segantini, 1895.
Situada en la Alte Nationalgalerie, me impactó nada más entrar a la sala en la que se situaba. Debido a sus dimensiones y a sus colores, que no se aprecian a través de esta foto, me quedé un buen rato observándola y contemplando el bello paisaje en el que quise meterme, sin poder hacerlo, por supuesto.
La dama dorada, de Gustav Klimt, 1907.
Exhibida en la Neue Galerie de Nueva York, esta es, en mi opinión, una obra bellísima. Desde que era pequeño, me pasaba tardes enteras mirando las réplicas de cuadros que teníamos por casa. Una de las protagonistas de mi atención era El beso, que me llamaba la atención gracias a los amarillos y formas que se encuentran en la parte central del cuadro. Años después, recodé aquellas tardes y decidí investigar más sobre este autor. Di entonces con esta obra, repleta de aquellos amarillos que tanto me llamaban la atención.
Spagotzen, Daniel Richter.
Spagotzen fue el título de una exposición que tuvo lugar en la Thaddaeus Ropac Galerie. Esta obra llegó a mis ojos a través de mi algoritmo de instagram. Es una pintura que considero sucia, en el buen sentido. En cuanto la vi la relacioné estrechamente con el álbum Crest, de Bladee. Este álbum y, por ende, la obra de Richter, me transiten una sensación de una muerte relacionada con las drogas y con la psicodelia. Estos sujetos, que parecen salidos de un videojuego roto, me hacen sentir esa sensación de la que he hablado.-
Venus in the Mussel, Max Klinger, 1885.
Pude ver esta obra al ir a Berlín, en la Alte Nationalgalerie. Aparte del cuidado estético que Klinger le dio, esta obra me recuerda a mi infancia, cuando fui por primera vez a la playa y, con mi hermano, jugamos con las olas. Esta obra me hizo recordar esa sensación mágica que suponía para mí flotar en el agua y verme arrastrado y derribado por las olas.
Masquerade, kh3dog1, 2023.
Masquerade es el nombre de una colección de obras(del mismo autor) de esta misma temática. La colección llegó a mí a través de mi algoritmo de instagram y me llamó la atención esta obra en concreto. De ella, percibo un futuro distópico relatado visualmente a través de una historia protagonizada por un niño que ha sobrevivido al apocalipsis causado por la contaminación(esto lo percibo a través de la presencia de icebergs). Perdido por el mundo, con un  pato de mascota y con una máscara que probablemente encontró en un centro comercial abandonado, el que parece el último testigo y superviviente de la humanidad vaga por el mundo, intentando encontrarle un significado. O al menos eso es lo que imagino yo.
Sin título, Neda, 2023.
Esta combinación de técnicas me parece muy acertada, siento que, aunque esta sea una imagen que nunca podamos llegar a ver en el mundo real, cada elemento de la obra encaja. De hecho, creo que es una combinación de figuras y objetos de este estilo lo que me transmite la nostalgia. En mi opinión, esta nostalgia que percibo se debe a un desorden de recuerdos. Evidentemente, cuando intentamos recordar algo del lejano pasado, hay cosas de las que no nos acordamos(como los ojos del señor de la derecha, que se ven borrosos), descolocamos imágenes(como se puede ver en la incoherencia de la disposición de los objetos), y hay sentimientos que nos impactan(como la mano en ese tono rosado y verdoso muy poco saturados). También creo que la presencia de la niña enfatiza todavía más ese sentimiento de nostalgia.
El barco de la utopía, Juan Carlos Mestre, 2000.
Esta litografía se encuentra en mi casa ya que un muy amigo del autor nos la regaló. Cuando nací, esta obra ya estaba colgada en mi casa, y fue, junto a la réplica de El beso, la que captó más mi atención. El que fuese una obra original ha fomentado aún más el que esta me haya marcado. Cambió, en parte, mi forma de comprender la literatura(ya que Mestre es principalmente poeta). Tanto los clores, como los peces y animales humanoides, como la bella caligrafía que rodea algunas figuras, me hacen ver de la literatura una utopía. Pero, a mi parecer, es el barco, del que salen esos curiosos reflejos(el sol, los animales humanoides...), el mayor representante de la utopía debido a los propios reflejos, a las figuras geométricas que lo rodean y al sol que se encuentra justo detrás.
Die Goldene Insel, de Georg Kolbe, 1898.
También llegó a mí a través de la Alte Nationalgalerie. Esta obra me pareció bellísima y, para mí, supone una representación muy acertada de lo que veo cuando llega a mis oídos la palabra paraíso.

El barquero, de Juan Pedro Ponce, 2023.
Según el autor, esta es su versión del Caronte, que, en la mitología, era el encargado de transportar las almas en pena de un lado a otro. La encontré gracias a mi algoritmo de insatgram y me llamó tanto la curiosidad que la quise añadir a este museo imaginario. La causa de mi interés por esta obra es debida a que, normalmente, los personajes mitológicos suelen ser representados de manera muy concreta, y, en mi opinión, aquello que no hemos podido ver con nuestros propios ojos, no puede ser representado de una manera concreta. Añadiendo la bizarra pero bella apariencia del barquero a ese agua y fondo tan espirituales, el autor ha logrado obtener una visión muy acertada de algo mitológico, en este caso, el barquero.

MUSEO IMAGINARIO
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